jueves, 22 de julio de 2010

LA ÉTICA ES UN FARO QUE NOS AYUDA A BUSCAR CAMINOS

JUAN MASIÁ CLAVEL: Ética de un hombre libre

(2010-07-19)


Reseña de Carlos Villalba Vaca

JUAN MASIÁ CLAVEL. Secuestraron su libro “Tertulias de bioética”, le obligaron a dejar su cátedra en la Universidad de Comillas y a cerrar su blog en castellano, pero él derrocha sabiduría, anchura de miras (“donde hay Espíritu del Señor hay libertad”), bondad, buen humor. En el Foro Religioso de Gasteiz nos mostró que convive en paz y sabe bailar bien en la cuerda floja, dedicándose a repensar la ética, que es lo suyo, en este mundo tan cambiado.


Los cambios son rapidísimos y la Iglesia es lenta

“Cuando mi padre era niño —cuenta Juan—, mi abuelo le llamó: ‘¡Ven a ver esto!’. Se trataba de un zepelín que pasaba parsimonioso como una nube. Cuando yo era pequeño me llamó mi padre: ‘¡Ven a ver esto!’. Se trataba de un avión a propulsión que rasgaba el cielo. Y en una generación se pasó del zepelín al alunizaje”.

Los cambios sucedidos en la primera parte del siglo XX fueron mayores que los sucedidos en los 19 siglos anteriores. Instituciones como la Iglesia se quedaron atrás. Esta vieja dama fue cambiando tarde y a medias y, lo que es peor, sin continuidad. La apertura corta y retrasada que se llamó Vaticano II (cuyos cambios debieron ocurrir en Trento), fue seguida por una involución. Un asustado obispo del Concilio predijo: “esperad a que bajen las aguas y la curia hará que todo retorne al antiguo cauce”.

La Curia se ha dedicado a encender semáforos rojos

Los interrogantes que el mundo moderno plantea a la ética son leídos por los obispos miedosos con las gafas antiguas, desfasadas, lo que les hace ver todo de forma negativa y peligrosa: ¡que viene el coco! Deberían aprender de los científicos, que hoy saben más y por eso dogmatizan menos, porque cada vez saben más que es mucho lo que no saben. Deberían aprender que no se pueden decir las cosas de manera tajante y absoluta. Aprender que su misión no es encender sólo semáforos rojos, sino mostrar caminos.

La ética interrogativa no impone recetas cerradas

La tarea de la ética es la búsqueda del vivir la vida buena en solicitud con otros, conviviendo en justicia y paz. Para esto, hay que pasar de la ética prefabricada (ready made) a una ética en gestación (in the making).

a) Una ética que ofrece criterios, no recetas. Como un faro que nos ayuda a buscar y encontrar caminos.
b) Una ética que no tiene respuestas absolutas. Cuando el Vaticano y Berlusconi exigían que no se desconectara los aparatos que mantenían a Eluana con vida vegetativa, daban una receta. Igual que los que pedían que sí se la desconectara. Las dos posturas eran absolutistas. En el nuevo paradigma no se trata de decir sí cuando otro dice no, sino de, partiendo de criterios fundamentados, poder llegar a respuestas diferentes, a aplicaciones incluso opuestas, y que sin embargo pueden ser, las dos, buenas. No es “esto o lo otro”.
c) Una ética que no impone. Nadie está obligado a seguir el pronunciamiento de un obispo, un médico, un abogado. La ética ofrece criterios para que luego cada uno los aplique autónomamente. Dos respuestas opuestas pueden ser correctas ambas, porque de lo que se trata es de respetar el querer de la persona, su autoestima, sus circunstancias.


Dos posturas opuestas ante el aborto, y sin embargo ambas iguales

Un debate en televisión muestra en un extremo un señor con alzacuellos, y en otro extremo una señora. Ambos igualmente enfadados. Él dice “no”, absolutamente; ella dice “sí”, sin condiciones. Dos posturas opuestas, pero ambas igualmente crispadas, antropológicamente equivalentes, ambas manipuladoras de la biología como ideología a su favor. Él dice que la biología ha mostrado que desde el primer momento hay un ser humano. Ella dice que la biología médica indica que hasta la semana 21 no ha empezado el ser humano Las dos personas tienen el mismo paradigma; no han hecho el cambio. Las dos son estáticas, no dinámicas; son lineales, no procesales.

La Gaudium et Spes [33] dice que el ser humano puede sacar de la Palabra de Dios luz para buscar con las demás personas lo que no está fijado. Y que [51] el criterio es la persona tomada en su totalidad. Esto, llevado a sus consecuencias, da mucha amplitud, da un cambio de paradigma. No se trata de buscar un cura o un médico progresista para que me digan que sí puedo hacerlo. La razón no puede venir de fuera. Se trata de acompañar a la persona en su toma de decisiones, dejando que la persona decida desde dentro, personal y responsablemente.


¿El demonio del relativismo?

Cualquier formulación, por ejemplo, la de afirmar que Jesús es el rostro de Dios, la podemos matizar, reformular, enriquecer con un lenguaje más acorde a las teorías modernas explicativas. Así actúan los científicos actuales, que saben que la materia puede ser considerada como partícula y como onda, aunque no saben cómo conjugarlo, cómo explicarlo. Simplemente reconocen que no saben, que cada teoría es un modelo que no queda fijado, terminado, sino que puede ser superado por otro. En teología, en cambio, tendemos a absolutizar…

La ética no puede tener respuestas dadas, fijadas. Sólo puede ser faro. Un faro hace ver el camino, pero luego las fuerzas de cada uno para remar son desiguales, y hay arrecifes que obligan a dar un rodeo o a regresar un poco atrás para buscar otra vía. Y por otra parte, la ética no tiene en cuenta sólo el momento sino también lo que hay antes (historia vivida, cultura, aprendizajes) y lo que viene después (consecuencias, riesgos para otros…), y que entre el antes y el después está la decisión.

Una Iglesia como lugar-Babel y lugar-Pentecostés

La Iglesia-Babel da posibilidad al brote de la pluralidad; la Iglesia-Pentecostés da posibilidad al júbilo de diversos lenguajes. Iglesia, pues, como lugar de posibilidades, lejos de la imposición y el pensamiento único. Dios encarga a la Iglesia que explote las posibilidades buenas del mundo, pero no le da la misión de enviar un rayo del cielo contra nadie. Porque la Iglesia convive en contextos de democracia en los que coexiste una ética de mínimos (el nivel compartible por todos) con una ética de máximos (la que propone cambios), y ahí la Iglesia no debe ser excluida, pero tampoco ella debe exigir que le sigan.



Gizakiari erabakiak hartzen lagundu behar zaio, gizakiari barrutik, pertsonalki eta arduraz erabakitzen utziz.